Sobre la liberación, se nos ha dado autoridad sobre los demonios (Lucas 10:19). Pero los demonios nunca deberían ser el enfoque de nuestro ministerio. Si comenzamos a buscar profundamente las esclavitudes demoníacas y las maldiciones generacionales, nos hemos desviado del corazón del Evangelio. ¡Es en Cristo que “las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas!” (2 Corintios 5:17).
No necesitamos tener un ministerio de liberación al estilo CSI. No necesitamos ir para atrás a las previas generaciones para atar al maligno. ¡Las buenas noticias del Evangelio son que Dios ya corrió todo el camino de regreso hasta Adán y lo ató definitivamente! O estamos en “Adán” o estamos en “Cristo” (1 Corintios 15:22).
1. La revelación del Evangelio.
2. El arrepentimiento en respuesta a la revelación.
No se le necesita hacer “autopsias espirituales” al viejo hombre. Ha sido sepultado en Cristo y ahora eres libre para estar “vivo para Dios” en la medida que camines en el Espíritu (Romanos 8:2; 2 Corintios 3:17; Gálatas 5:16)
Parece evidente en el Nuevo Testamento que cuando los cristianos fueron confrontados por espíritus demoníacos, los enfrentaron, los echaron fuera y siguieron su camino. No hay ninguna indicación de que hayan parado a tomar algún curso especial de demonología, ni tampoco es aparente que fueran especialistas, dedicados al ministerio de liberación. En vez de eso la liberación era parte del paquete de predicación del Evangelio.