El Poder Sutil del Abuso de Autoridad.

Introducción

Este estudio nos ayudará a abrir los ojos y observar lo que dice la Biblia con respecto a la sujeción a las autoridades y entonces jamás ser las victimas del abuso de poder y tampoco ser los victimarios.

Con este estudio no se pretende “atacar” en absoluto al liderazgo de la iglesia, ni al líder en particular ni a ningún pastor genuinamente llamado, sino solo mostrar enfáticamente un fenómeno que ya esta implantado dentro de nuestras iglesias y que está hiriendo a muchos mas de lo que Ud. se imagina.

Se Ha podido observar vez tras vez que hay abuso espiritual, cuando se emplea la espiritualidad para hacer que otras personas vivan según cierta “norma espiritual” conforme a los parámetros de los abusadores.

Cualquiera sea el abuso espiritual o de autoridad, los resultados suelen ser los mismos: La persona queda con el peso de la culpa del juicio o la condena, y aun la vergüenza y queda confusa respecto a la posición como cristiano.

Cuando un pastor le dice a su congregación que aquellos que dejan su iglesia o le desobedecen su autoridad están en peligro de la furia de Dios, usted puede estar seguro que en este hombre está operando un espíritu de control. El está intentando sembrar temor como medio carnal de mantener a las personas dentro de su iglesia. ¡Cuidado! comienza a verse algunas señales.

Definición de Abuso de autoridad = Extralimitación de funciones por parte de las autoridades o funcionarios públicos en el desempeño de un determinado cargo u oficio. (R.A.E.)

El abuso espiritual consiste, en maltratar a una persona que necesita ayuda, apoyo o mayor crecimiento espiritual, lo cual debilita, sabotea o disminuye el desarrollo espiritual de esa persona, para poder manipular los sentimientos. (David Johnson)

I. El Síndrome de “Diotrefismo”. Vemos un ejemplo bíblico de esto en 3 Juan 1: 9-10. Elitismo espiritual no es algo nuevo en la iglesia, pero el apóstol Pablo le llama correctamente “malvado”.

El abuso espiritual mayormente ocurre cuando un líder usa su posición espiritual para controlar o dominar a los demás (a sabiendas o no); cuando las opiniones de los demás son ignoradas o pasadas por alto, atropellando así los sentimientos de otras personas. Algunos líderes religiosos, inseguros de sí mismos, abusan del poder que tienen para reforzar su posición. El uso del poder en esta manera es lo que llamamos abuso espiritual, ya que no se considera el bienestar de vida, emociones y sentimientos de los demás en la congregación.

Lamentablemente esto ocurre con mucha frecuencia en el pueblo de Dios. Una vez más, no todo el tiempo es intencional, pero sucede.

Otra forma en que se manifiesta el abuso espiritual es cuando se emplea la espiritualidad para obligar a las personas a que vivan según cierto “criterio” o “norma” espiritual, que muchas veces muy poco o nada tiene que ver con la vida espiritual de la persona. Por ejemplo: “Si quieres estar bien con Dios tienes que hacer esto o aquello…”

Cuando estos líderes encuentran cierta resistencia a sus demandas, comienzan a emplear este tipo de espiritualidad, y lo que realmente están haciendo es atropellar a los demás con sus actitudes y palabras.

II. El Hedonismo, el placebo, la droga del placer. Observemos el pasaje de Jeremías 5:26; 30-31. Notemos claramente que siempre el maltrato proviene de una “posición de autoridad espiritual o religiosa” o sea se puede ser abusado por alguien que no tiene verdadera autoridad espiritual pero quiere ser percibido como quien tiene poder y autoridad y asi tener el lugar de influencia.

La idea es siempre tener entretenidas a las personas, Jeremías 6:13-14, para que ignore las necesidades reales, y así se les puede dar los “placebos” en forma de respuestas rápidas y fáciles. (formulas para prosperar, confesar, etc.)

III. “Jerarquicismo Góspel” Obediencia, Sometimiento, Sujeción (Yo soy el manda Más, entendido)

En los sistemas abusivos, los líderes estarán preocupados acerca de lo que la gente hace, bajo una fórmula que se lee: “lo que haces = lo que mereces”. Cuando los líderes preguntan al miembro qué hace, en qué trabaja, cómo gasta su tiempo, no es porque quieren considerarlos y tratar de ayudarlos, sino para decirles frases como: “No trabaje tanto, Dios va a proveerle si sirve a la iglesia (y a la casa del pastor) más de lo que sirve a su trabajo secular”.

Comienza entonces un “estira-y-afloja” con el propósito de convencer a la oveja a que dedique tiempo a “servir en el ministerio”. Si esto no funciona por las buenas se echa mano del concepto de obediencia, sumisión, sujeción, con el apoyo que emana del punto No. 1: “Tienes que obedecer al varón que Dios nos puso como líder en todo lo que él te diga, sin preguntar.” Esta idea de obediencia, cuando no es bajo el concepto bíblico, se ejerce de forma humillante, deshonesta y con un sentido de explotación a la “oveja”, que muchas veces llega a la ignominia (afrenta pública).

El sistema abusivo ha perdido, bajo el sistema piramidal, el verdadero concepto de la obediencia. Los pasajes en los que se basa este tipo de control a la obediencia se hallan en Romanos 13:1; 1 Pedro 5:5, Hebreos 13:17. Sin duda que son de suma importancia y hay que ponerlos en práctica en nuestra vida cristiana, sólo que los líderes abusivos los leen mal y sin el equilibrio debido. Por ejemplo, muy rara vez los líderes mencionan Hechos 5:29, o Jeremías 17:5

Por otro lado, pocos o ninguno de ellos dedica el tiempo suficiente para analizar lo que en la Biblia quiere decir la palabra “obedecer”. Por ejemplo cuando leen en Hebreos 13:17, creen que ya la hicieron sólo porque así lo dice la Escritura.

Pero veamos más claramente a la luz del significado real de las palabras obedecer y sujetar. De acuerdo a la Greek-Hebrew Key Word Study Bible, la palabra usada es un verbo que significa: convencer (peithesthe); por analogía, pacificar o reconciliar; también significa confiar en, fiarse de, acuerdo, seguridad, confianza. Finalmente: ser persuadido.

Estos abusadores están empeñados en ser igual a Dios y no captan el concepto de obediencia

Como se ve, en ningún momento “obedecer” quiere decir que alguien da una orden y el otro la acata sin pensar, sin preguntar, sin analizarla o juzgar si esa orden es correcta desde el punto de vista bíblico. Eso a los líderes no les interesa; una de las frases más usadas por los sistemas abusivos es aquella que dice: “el pastor dice que esto es una orden, así es que obedezcan y punto”.

La otra frase que usan los abusivos es “someter/sujetar”. Los autoritarios creen que esto equivale a que la “oveja” tiene que agachar la cabeza y hacer todo lo que se le mande, pues está bajo una cadena de mando que viene desde Dios, pasa por el pastor y termina con un ujier o cosa semejante y termina con “los hermanitos”. La palabra someter y aparece en griego siete veces en el Nuevo Testamento; dos se refieren a la sujeción de la esposa al marido, una a Dios, una a las autoridades del mundo, y tres a los líderes. Al examinar estas últimas citas nos damos cuenta que poseen dos partes y no sólo una como algunos líderes abusivos las quieren hacer pasar; es decir, los abusivos toman la parte que les conviene, y desechan la otra.

La primera cita se halla en 1 Corintios 16:16. Pero ¿a quién hay que sujetarse así? ¿Quiénes son ellos?. Los versículos anteriores son los que se comen los abusivos, 1 Corintios 16:14-15. Estos son dos requisitos, condiciones o señales que indican a quién debe darse obediencia en las cosas de Dios. No podemos estar obedeciendo ciegamente a quienes se dedican a utilizar a otros para llenar sus expectativas financieras y personales. Ahora, el final del verso 16 (que también se comen los abusivos), dice: “así también [sujétense] a los que ayudan y trabajan”. Un signo casi equívoco de los abusivos es que, dada su tremenda “autoridad” sobre otros, dedican la mayor parte de su tiempo a “No Hacer Nada” (eso sí, con mucha discreción)

La otra cita es Hebreos 13:17. La segunda parte del verso habla de una razón por la cual me debo sujetar a mi líder: “porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta; para que lo hagan con alegría” [no groseramente ni con autoritarismo].

La tercera cita es de 1 Pedro 5:5 y va dirigida a los jóvenes. Esta cita es usada muy a menudo para reprender a éstos e irles enseñando el camino de la “obediencia” irreflexiva. De lo que nunca se habla es que estos líderes, ancianos, pastores, deben mostrar integridad para que sean objeto de respeto y sujeción por parte de los jóvenes. Los versos 3 y 4 hablan de que los ancianos “deben cuidar la grey, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancias deshonestas, sino con ánimo pronto; No Como Teniendo Señorio de los que están a vuestro cuidado, sino Siendo Ejemplo de la grey”.

IV. Autoritarismo, o declaración de lealtad. “Nosotros solo tenemos la verdad” esto se proyecta en todo sistema de abuso espiritual, y quien no entienda y acepte esta “visión” no estará a salvo , tienen que quedarse en el sistema, así no serán considerados “rebeldes y descarriados”.

a. Buenas tácticas para asustar – podría llamar de “paranoia espiritualizada” “debemos apartarnos de aquellos que no comparten el sistema nuestro para no ser perjudicado” si te apartas de nosotros Dios te quitara tu bendición, “quedarás expuesto al mismo Satanás” etc., etc.

b. Buenas tácticas para humillar – esto se hace avergonzando en publico, y provoca una actitud de no querer ser expuesto o también de perder algún puesto en la iglesia.

c. Soy el pastor y hay que hacerlo… Cuidado.

d. Nadie cuestione mi autoridad…

e. La autoridad se desprende de la Verdad – Tomemos como ejemplo a Moisés, que claramente demostró la autoridad como alguien que había llegado a conocer a Dios, la autoridad no era suya, la autoridad procedía de que el decía al pueblo, en forma veraz y clara, Exactamente lo que Dios le decía a el. Que significa todo esto que la autoridad residía en la verdad y no en Moisés.

V. La gran salida – Renovar la mente.- Romanos 12:1-2.

a. Disfrutar de la libertad. Gálatas 5:1; 7-8.

b. Recibiendo la abundancia. Romanos 5:17.

c. Recuperando la credibilidad. (Ud. Puede tener problemas para confiar) el gato que se sienta sobre la tapa de una estufa encendida nunca más volverá a sentarse sobre ella, pero probablemente, tampoco se sentara sobre la tapa de una estufa apagada.

Tal vez muchos tendrán dificultades para volver a confiar en un sistema espiritual, y tal vez cueste el elemento sujeción, pero es Dios que hace la obra en nosotros. Hechos 4:23, 29-30

Fuente: Prof. Héctor Leites

12. UN EJEMPLO DEL PODER DE LA FE

Bienvenidos al último mensaje de la serie “El Poder de la Fe”, sin duda, Dios ha hechos cambios importantes en tu vida porque la fe te hace ver el mundo diferente, te da un nuevo significado de vida y una nueva esperanza para vivir mejor con un alto grado de confianza.

Dios nos permitió conocer mucho de su Palabra para activar la fe que él ha puesto en nuestra vida. Los temas fueron diversos, se logró que cada una de las áreas de tu vida fuera explorada y confrontada con el poder de la fe. Los temas fueron los siguientes:

El testimonio de la fe

La fe como don

La decisión de creer

La provisión de sanidad

Existen los milagros

La esperanza en el sufrimiento

La fe salvadora

Cómo hablar el lenguaje de la fe

Vidas restauradas

La prosperidad espiritual

El poder de la oración

El último tema de esta serie, está enfocado a la vida de Abraham, de hecho, el primer tema exploramos un poco de su testimonio, y ahora terminamos nuevamente con su testimonio. Abraham es considerado padre de la fe de todos los creyentes. Los judíos y los árabes se sienten orgullos porque se consideran descendientes de él, pero la Biblia nos enseña que en realidad los hijos de Dios redimidos por Jesucristo, somos hijos espirituales de Abraham, porque su vida fue un verdadero testimonio de fe, que inspira al cristiano a ser aventurero en la vida espiritual. Por supuesto, no fue un hombre perfecto, pero cada episodio de su vida es una enseñanza de fe, aún los errores, son parte del peregrinaje de la fe.

Qué dice la Biblia acerca de Abraham, lo primero que enseña es que es considerado indudablemente como «el padre de la fe» Romanos 4:11 Es más, cuando todavía no estaba circuncidado, recibió la señal de la circuncisión como sello de la justicia que se le había tomado en cuenta por la fe. Por tanto, Abraham es padre de todos los que creen, aunque no hayan sido circuncidados, y a éstos se les toma en cuenta su fe como justicia. Entonces, es considerado padre de los creyentes en Cristo (los que no son circuncidados). Es a quien Dios prometió: «Y serás padre de muchedumbre de gentes» (Génesis 17:4); cuando Pablo escribe a los Gálatas, señala que todo el que cree en Jesucristo se ha convertido en descendencia de Abraham Gálatas 3:29 Y si ustedes pertenecen a Cristo, son la descendencia de Abraham y herederos según la promesa. Como personas de fe, nos hemos convertido en miembros de la casa de Abraham (Romanos 4:13), así que las promesas que se hicieron para la descendencia de Abraham se aplican a nuestras vidas de fe (Romanos 4:16; Gálatas 3:16).

Existen dos secciones de la Escritura que debemos estudiar cuando examinamos el poder de la fe de Abraham: Primero, la narración histórica de su vida comenzó con la conclusión de la genealogía en  Génesis 11:27–32. Hasta que Dios le dio el nombre Abraham, se le conocía por Abram (Génesis 17:5); el relato bíblico de la vida de Abraham concluye más adelante, en Génesis 25:11.

La segunda sección de las Escrituras que tratan con la vida de Abraham, aunque en perspectiva histórica, establece una proposición teológica. Esa sección se encuentra en Romanos 4. En los evangelios, Abraham aparece a menudo como el padre de la fe, y Pablo utiliza el ejemplo de su vida para enseñar eficazmente a los Gálatas. Sin embargo, la sección que mejor define el papel de Abraham en los asuntos de fe se ubica en la carta de Pablo a los Romanos.

Seguir la vida de Abraham significa trazar una jornada de fe que merece ser vista como un modelo para todo creyente. El seguir su vida, nos ofrece un testimonio ejemplar de fe, su peregrinaje nos da pauta para entender el poder de la fe. El viaje de 2.400 km de Abraham estaba alimentado por la fe.

  1. La fe te lleva al desarraigo.

«Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia. Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios» (Hebreos 11:8–10). Abram deja Harán para dirigirse a Canaán por causa de la palabra del Señor Génesis 12.1–3. El Señor le dijo a Abram: «Deja tu tierra, tus parientes y la casa de tu padre, y vete a la tierra que te mostraré. »Haré de ti una nación grande, y te bendeciré; haré famoso tu nombre, y serás una bendición. Bendeciré a los que te bendigan y maldeciré a los que te maldigan; ¡por medio de ti serán bendecidas todas las familias de la tierra!»

Una vida de fe requiere (1) que respondamos a una promesa y (2) que al salir abandonemos algo. En el caso de Abram, vemos que fue enviado a una tierra hasta ese momento no identificada. Aunque no tenía idea a dónde lo llevaría su decisión de fe, sabía que debía ir. Así es a menudo la jornada de fe. Dios nos dice con claridad solamente lo que debemos dejar o suspender, mientras que el futuro permanece poco claro. Esto no sugiere un futuro incierto para quienes caminan en fe, sino que a veces es confuso. La presencia y promesa del Señor sostienen la certeza, aun cuando no veamos el futuro.

La obediencia de Abram al irse se basa en la clara instrucción de Dios: «Vete de tu tierra y de tu parentela» (Génesis 12:1). Aunque el Señor prometió sólo mostrarle la tierra prometida en algún momento futuro, el resto de sus promesas fueron bastante claras. Las mismas promesas pueden aplicarse de igual manera a la vida de todo aquel que cree como lo hizo Abraham.

Una de las cosas que no estamos dispuestos en la vida es a dejar, y eso impide que tenga una vida de fe. Necesitas aprender a renunciar y experimentar el desarraigo. El desarraigo significa el dejar los lugares cómodos y apropiados para ir a lo nuevo. El desarraigo es parte de las transiciones de cada una de las etapas de la vida, por ejemplo, cuando vamos por primera vez a la escuela, es un proceso de desarraigo, cuando nos casamos, cuando nos independizamos, cuando nos cambiamos de casa o de trabajo.

En todo momento estamos expuestos al desarraigo, pero una de las cosas que más trabajo nos cuesta renunciar al desarraigo, es vivir con nuestros problemas, vivir con nuestro desánimo de lograr metas, de conformarnos con nuestro estilo de vida y no aspirar a más. El verdadero desarraigo es renunciar a lo que tu viste alcanza a ver, a lo que tus emociones te mueven, a lo que tus pensamiento te encajona.

La vida en el poder de la fe, es moverte constantemente de la apatía a la acción, del conformismo a la renovación, del fracaso al éxito, de la enfermedad a la sanidad, de la opresión a la libertad. Así como Dios sacó a Abraham de los lugares cómodos y apropiados, Dios quiere sacarte de tu pesimismo, de tu egoísmo, de tu confusión, de tu depresión, de tu enojo, de tus dudas, de aquello que era más cómodo a los lugares de bendición. En poder de la fe, Dios te llevará a la bendición eterna.

  1. La fe te da la victoria sobre la adversidad.

Abram parte de Canaán hacia Egipto por causa del hambre (Génesis 12:10). Aunque creemos en Dios, obedecemos su Palabra y andamos en su camino, no tenemos ninguna garantía contra el hambre. Nuestra jornada de fe, al igual que la de Abraham, atravesará momentos de hambre. Estas sequías a veces se dan cuando perdemos el trabajo, cuando hay enfermedad y/o a través de algún otro modo de sufrimiento. La fe no es tan solo el poder para defenderse del mal, es el poder que nos da Dios para procesar la realidad. La fe nunca niega la realidad sino que la atraviesa con la confianza de la victoria prometida por Dios. En verdad,  1 Juan 5:4 En realidad, todo el que es hijo de Dios vence lo malo de este mundo, y todo el que confía en Jesucristo obtiene la victoria. Específicamente anuncia que la fe es la victoria que ha vencido al mundo.

¿Cuándo vences? ¡Al momento en que empiezas a creer! La lucha de la fe no concluye en la victoria de conseguir aquello en lo que tenía puesta la esperanza. ¡No! Tú ganas en el momento en que tomas una posición de fe cuando decides poner la confianza en el Señor, en lo que El ha dicho en medio de circunstancias amenazadoras.

Algunos sugieren que Abram no debería haber dejado la tierra que el Señor le acababa de indicar que le sería dada (Génesis 12:7–9). Si esto fuera en verdad una falla en la fe de Abram, si este fracasó en confiar en Dios frente a las circunstancias difíciles, entonces aún ese tropezón (al ninguno está excepto), Dios lo trató, y Abram sacó aprendizaje. En vez de mandarle una plaga por su falta de fe, Dios mandó una plaga a Faraón. Aunque no parece que Abram estaba en condiciones de decidirse a salir de Egipto, Dios intervino de manera tal que fue provisto y virtualmente forzado a volver a la tierra que llegaría a ser suya.

Regocíjate en esto. Tu jornada de fe no requiere que seas perfecto. Un creyente no es una persona infalible. Sin embargo, un creyente es alguien que responde a Dios cuando se descubren las fallas. Abram volvió al altar que había hecho antes, al principio, cuando vino a la tierra, entonces invocó de nuevo en ese lugar al nombre del Señor (Génesis 13:3–4).

Si tú no confías en Dios cuando te enfrentas a circunstancias amenazadoras, vuelve lo más rápido posible al lugar donde lo invocaste por primera vez, y renueva tu compromiso. Él te da la victoria sobre la adversidad, ni siquiera tienes que esperar a ver la solución, la victoria está desde que ya confías y crees que Dos te la dio.

  1. La fe te genera bendición.

Otro apisodio en la jornada de Abram fue cuando rescata a Lot su sobrino, el resultado de esta historia de victoria concluye con la consagración de Abram en Génesis 14:20 ¡Bendito sea el Dios altísimo, que entregó en tus manos a tus enemigos!» Entonces Abram le dio el diezmo de todo.

Estamos revisando la jornada de Abram, pero vale la pena analizar la vida de Lot. Eligió mal, pensando que era la mejor tierra (espíritu egoísta) dio fruto amargo. Lo llevó a asociarse con Sodoma y Gomorra. También, cuando los reyes de la región pelearon entre sí, Lot se convirtió en víctima de esas riñas. Elegir lo aparentemente mejor sin consultar a Dios te dará como resultado graves problemas en tu vida, pero aún así, de todas maneras, Dios saldrá a tu encuentro para ser rescatado de algún tipo de dificultad por tus malas decisiones. El poder de la fe, Dios sale a tu encuentro para sacarte de la maldición y llenarte de bendición y tú responder a esa bendición.

Como contraste al egoísmo de Lot, se ve el espíritu generoso de Abram. Cuando supo Abram de la cautividad de Lot, convocó inmediatamente a sus sirvientes y los preparó para rescatar a su sobrino. Este hecho es otra ojeada al carácter de este «padre de la fe». La misión tuvo éxito, y como resultado de la victoria ocurrieron dos incidentes importantes que sirven de enseñanza a todos los que viven por fe.

Primero, Abram se encuentra con Melquisedec, rey de Salem, a quien la Biblia describe como «sacerdote del Dios Altísimo» (Génesis 14:18). Abram le mostró gran reverencia a Melquisedec y le ofreció el diezmo de todo lo que había ganado en la batalla. En otras partes de la Escritura se nos dice que Melquisedec es la representación de Jesucristo (Salmos 110:4;  Hebreos 7:1–10). Al pagar los diezmos al rey de Salem, el «padre de la fe» nos enseña a los hombres y mujeres de fe que debemos pagar diezmos de nuestras prebendas. Ya tratamos el tema de la prosperidad, pero es importante resaltar que los creyentes son generosos con los diezmos y las ofrendas.

Segundo, la gente de fe no es generosa sólo con los diezmos y las ofrendas, exhiben otro aspecto que se caracteriza en la actitud de Abram para con el rey de la vil Sodoma. Abram no le permitió a este rey corrupto que lo bendijera. El rey de Sodoma quería los prisioneros, ofreciendo bienes a Abram pero pretendiendo a cambio el dominio de las personas. Abram rehusó entrar en sociedad con este rey. ¿Por qué? «Para que no digas: Yo enriquecí a Abram». Dios ya había enriquecido a Abram, y él entendía claramente que sus recursos provenían de su relación con el Altísimo.

Deuteronomio 30:9 Entonces el Señor tu Dios te bendecirá con mucha prosperidad en todo el trabajo de tus manos y en el fruto de tu vientre, en las crías de tu ganado y en las cosechas de tus campos. El Señor se complacerá de nuevo en tu bienestar, así como se deleitó en la prosperidad de tus antepasados,

Una persona de fe no se asociará con quien mancille la fuente de bendición . De este incidente nuestra jornada de fe nos enseña: (1) A rescatar inclusive a los pecadores, (2) a manifestar generosidad en los diezmos y en las ofrendas y (3) a oponernos a cualquier sociedad que pudiera manchar la fuente de nuestras bendiciones.

En tu vida, ¿qué personas estarías dispuesto a rescatar? Escribe los nombres, asegúrate de incluir los que puede que no sean «inocentes».

¿Cuál es tu plan de ofrendar? Evalúa tu propia generosidad. Si tú lidias con el pago de los diezmos, reflexiona la razón principal o las razones principales, si son más de una. Por último, ¿has hecho acuerdos que como persona de fe hayan deshonrado la fuente de su bendición? Pide perdón a Dios y desarrolla un plan de acción para corregirlas.

  1. La fe te garantiza la promesa.

En la trayectoria del padre de la fe vemos otro ejemplo a seguir cuando decide establecer una relación duradera, pero Dios le pide algo que no estaba en la agenda de fe de Abram, la historia bíblica lo denomina como un pacto con sacrificio de (Génesis 15), seguido de este pacto viene la promesa cumplida. Representa un ejemplo de fe como lo dice Pablo en Romanos 4:16 Por eso la promesa viene por la fe, a fin de que por la gracia quede garantizada para toda la descendencia de Abraham; esta promesa no es sólo para los que son de la ley sino para los que son también de la fe de Abraham, quien es el padre que tenemos en común.

Cuando Abram se quejó de no tener heredero, Dios le prometió que alguien nacido de su simiente sería su heredero. Dios le pide a Abram mirar a las estrellas. Cuando miraba los innumerables astros, Dios le dijo: «Así será tu descendencia» (Génesis 15:6). Abram creyó al Señor cuando miró las estrellas, oyó la promesa de Dios. En ese momento, la fe de Abram permitió al Señor «impartirle» justicia. ¿Qué clase de fe es esta? ¿Qué significa que el Señor nos imparte justicia? Es cuando Dios (por su gracia y elección de amor) nos atribuye un complemento total de su justicia y de su justificación prometida.

Cuando tú te conviertes en una persona de fe, serás de suma importancia que reconozcas la diferencia entre creer en la promesa y creer en Aquel que ha hecho la promesa. Para Abram, lo segundo se hizo realidad. Y esta fe permitió al Señor impartirle justicia. Abraham recibió la promesa de un hijo a través de Sara (Génesis 18:1–5).

Una de las grandes lecciones que enseña la jornada de fe de Abraham tiene que ver con el tiempo. Vivimos en una cultura en que el tiempo parece estar comprimido. Casi todo lo que nos rodea se mueve con rapidez: el internet, las computadoras y los hornos de microondas actúan de inmediato. Sin embargo, la fe no opera en una atmósfera donde todo se hace de inmediato o por conveniencia. En ese momento de la jornada de Abraham, Dios le había prometido un hijo muchos años antes. Esta promesa provocó risa pero no fue por la incredulidad, más bien por la falta de entendimiento de las promesas de Dios que se mueven en el tiempo de Dios y no en el nuestro.

Finalmente, Abraham se enfrentó con el llamado supremo a la fe: A dejar frente al altar todo lo que Dios le había dado. A rendir todo, inclusive la promesa cumplida, y confiar en el que hizo la promesa por sobre todo.

Este encuentro fue el momento cumbre en la jornada de fe de Abraham. Los propósitos más altos de Dios no son enriquecernos (aunque lo haya hecho con Abraham), sanarnos (aunque haya «sanado» el cuerpo de Abraham, haciendo posible así el nacimiento de Isaac) o cumplir su promesa con nosotros (aunque dio a Abraham y a Sara el hijo prometido, Isaac). Su objetivo es traernos de vuelta a confiar en Él bajo cualquier circunstancia y en toda situación, y a caminar con él, por encima y más allá de todo.

 

Fuente: Pastor Alberto Arenas Mondragón

11. EL PODER DE LA ORACIÓN

Bienvenido al penúltimo mensaje de la serie “El poder de la fe”. ¿Has descubierto la paz y el gozo que vienen de la oración? Te hago la pregunta porque temo que demasiadas personas quieren discutir sobre la oración por razones diferentes a los beneficios espirituales: se encuentran muy ocupados por mejorar físicas o económicas. Desde luego, para nosotros es natural querer aprender los «secretos del éxito». Incluso cuando los discípulos le pidieron a Jesús que les enseñara a orar puede que lo hicieran por motivos errados. Sabemos que insensatamente pidieron posición y reconocimiento (Marcos 10.35–45).

Sin embargo, el poder de la oración se haya no sólo en una fe enérgica que busca exigirle a Dios cualquier cosa que deseemos, sino que el verdadero poder espiritual se encuentra en el poder de la fe que lucha por: (1) que se haga la voluntad de Dios (2) como se revela en las Escrituras . Si deseas que el poder de la fe se desate de manera que no busques el beneficio propio, es necesario entonces, que estés completa y exclusivamente comprometido con el reino, la voluntad y el gobierno de Dios. A medida que te comprometas se hace real en ti el verdadero acceso a la promesa de  Mateo 6:33 Lo más importante es que reconozcan a Dios como único rey, y que hagan lo que él les pide. Todo lo demás, él se los dará a su tiempo.

Reconocer (zeteo). En el buen sentido, esta palabra significa buscar, como en la alabanza, con todo el corazón a Dios. En la antigüedad, cuando la palabra se empleaba con una connotación negativa, quería decir tramar o conspirar. Pero cuando buscamos a Dios con todo el corazón, planificando y aceptando el reino de Dios como una realidad inmediata, el Señor puede «darnos todas las cosas» que hemos deseado en la profundidad del corazón.

En el poder de la fe, es vital que aprendas a ser paciente, a no desesperarte por satisfacer tus necesidades, porque la voluntad de Dios no está en función de tus necesidades, sino del proyecto que ha diseñado para ti, por eso el apóstol Pedro exhortó a que desechemos toda ansiedad sobre el Señor 1 Pedro 5:7 Así que pongan sus preocupaciones en las manos de Dios, pues él tiene cuidado de ustedes.

La razón para esta oración se basa en el conocimiento del amor de Dios. Ese es el punto de partida, el fundamento para la oración en el poder de la fe. ¿Sabías que el Señor te cuida? Solamente cuando en lo íntimo de nuestro corazón estamos convencidos del continuo afecto del Señor por nosotros, es posible acercarnos a Él con fe sencilla y confiada. Para ello, es necesario que puedas usar alguna de las cuatro tipo de oraciones en el poder de la fe para el crecimiento de tu vida espiritual.

  1. La oración de entrega.

Los mayores ejemplos de este tipo de oración son las palabras de Jesús hizo previo a la traición y crucifixión, y la realizó en un huerto o jardín llamado Getsemaní. Mateo 26:36–46 Luego fue Jesús con sus discípulos a un lugar llamado Getsemaní, y les dijo: «Siéntense aquí mientras voy más allá a orar.» Se llevó a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, y comenzó a sentirse triste y angustiado. «Es tal la angustia que me invade, que me siento morir —les dijo—. Quédense aquí y manténganse despiertos conmigo.» Yendo un poco más allá, se postró sobre su rostro y oró: «Padre mío, si es posible, no me hagas beber este trago amargo. Pero no sea lo que yo quiero, sino lo que quieres tú.» Luego volvió a donde estaban sus discípulos y los encontró dormidos. « ¿No pudieron mantenerse despiertos conmigo ni una hora? —Le dijo a Pedro—. Estén alerta y oren para que no caigan en tentación. El espíritu está dispuesto, pero el cuerpo es débil.» Por segunda vez se retiró y oró: «Padre mío, si no es posible evitar que yo beba este trago amargo, hágase tu voluntad.» Cuando volvió, otra vez los encontró dormidos, porque se les cerraban los ojos de sueño. Así que los dejó y se retiró a orar por tercera vez, diciendo lo mismo. Volvió de nuevo a los discípulos y les dijo: « ¿Siguen durmiendo y descansando? Miren, se acerca la hora, y el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de pecadores. ¡Levántense! ¡Vámonos! ¡Ahí viene el que me traiciona!»

Nadie puede entender la angustia que Jesús sintió. Aunque nosotros lidiamos con el pecado, no somos puros como él. Nosotros luchamos por volvernos puros, pero Jesús era puro. No había pecado (y no habría de pecar), pues no formaba parte de su naturaleza. Mientras agonizaba, enfrentaba la posibilidad de que el pecado lo separara del Padre, ya que estaba a punto de pagar el precio de nuestro pecado.

¡Aun así se rindió! En el Evangelio de Lucas, dice que un ángel le fortaleció (Lucas 22:43). Finalmente, se rindió a la muerte de la cruz. Fue levantado de entre los muertos. Pero para todo esto, Dios ya tenía un propósito que lo describe perfectamente Pablo a este hecho en  Filipenses 2:9–11 Por eso Dios le otorgó el más alto privilegio, y le dio el más importante de todos los nombres, para que ante él se arrodillen todos los que están en el cielo, y los que están en la tierra, y los que están debajo de la tierra; para que todos reconozcan que Jesucristo es el Señor y den gloria a Dios el Padre.

En este tipo de oración, en el poder de la fe se te invita a asumirla, a ser parte de entregar tu vida a Cristo no sólo para salvación, también para servir, porque en la medida que te entregues y te humilles, Dios te exaltará, te pondrá en alto, te dará la victoria sobre la enfermedad, victoria sobre la depresión, victoria sobre el pecado y la tentación, victoria sobre la maldad y corrupción. Si nos rendimos en oración de fe a la voluntad de Dios, seremos fortalecidos de manera sobrenatural y finalmente exaltados junto con Cristo.

  1. La oración de autoridad.

La oración debe realizarse con autoridad, la autoridad no proviene de ti, la autoridad es de Dios, pero él pone autoridad en tu boca para que declares su voluntad. Lo que tú declares debes de hacerlo en el nombre de Jesús, al que todos se doblan por su autoridad. Dios nos ha dado autoridad sobre la enfermedad, sobre las tormentas y sobre las finanzas (Mateo 10:1;  Lucas 10:19). A veces le pedimos a Dios que actúe, cuando en verdad nos llama a emplear su autoridad actuando por medio de declaraciones divinamente autorizadas. Debemos declarar esa autoridad en nombre de Jesús: podemos ordenar que fluyan a nuestras manos los fondos necesarios, que cese la tormenta, que un demonio abandone a alguien, que una aflicción nos deje o que una enfermedad desaparezca.

Las palabras de Jesús fueron muy claras: «Les aseguro que si tienen confianza y no dudan del poder de Dios, todo lo que pidan en sus oraciones sucederá. Si le dijeran a esta montaña: "Quítate de aquí y échate en el mar", así sucedería. Sólo deben creer que ya está hecho lo que han pedido.» Marcos 11:23. ¡Cree en tu corazón que ya se hizo! Proclámelo con el poder de la fe que Dios te da. Pero recuerda: los milagros nacen de la fe en el poder de Dios, no nacen de un ritual, fórmula o fuerza de la voluntad humana»

  1. La oración de sanidad.

Si tú te entregas cada día de corazón a la voluntad de Dios y ejercer la autoridad que Jesucristo te dio, podrá practicar la oración de sanidad. En el poder de la fe, la enfermedad no es un obstáculo para el creyente, muchas veces Dios permite la enfermedad y hasta la muerte para manifestar su gloria, pero siempre cabe la posibilidad de sanidad en la oración cuando no dudas, cuando tienes absoluta confianza de que Dios tiene poder sobre la enfermedad, y ese mismo poder te lo dio en la fe, una prueba de ello es el libro de  Santiago 5:14–15 Si alguno está enfermo, que llame a los *líderes de la iglesia, para que oren por él; entonces ellos le untarán aceite y le pedirán al Señor que lo sane. Si oran con confianza, Dios les responderá y sanará al enfermo, y si ha pecado también lo perdonará. «Y el Señor lo sanará» Esa es la promesa. ¿Cuál será tu participación? Si estás enfermo (a), llama a los ancianos de la iglesia, a tu guía espiritual. Pide oración. Algunos sugieren que Santiago se refiere a la oración de fe como una aplicación para ese momento de sanidad. Se cree que en este ejemplo los ancianos son los que elevan la oración de fe. Sin embargo, cuando no están disponibles los ancianos, puedes elevar la oración en el poder de la fe.

Otro ejemplo en el A. T., es cuando Dios promete sanidad si el pueblo aprende a obedecer la voz de Dios, la obediencia significa fe poderosa aplicada. Cuando no crees en el poder de Dios, simplemente no crees en lo que dice Dios, lo escuchas pero no le crees. Es muy sencillo, cuando él te dice: “trae tu diezmo a mi casa y yo te bendeciré”, tú dices: me gustaría pero tengo muchas gastos, espera a que me reponga. Eso significa desobediencia, significa falta de fe, de confianza en las Palabras de Dios, por eso en  Éxodo 15:26 Les dijo: «Yo soy el Señor su Dios. Si escuchan mi voz y hacen lo que yo considero justo, y si cumplen mis leyes y mandamientos, no traeré sobre ustedes ninguna de las enfermedades que traje sobre los egipcios. Yo soy el Señor, que les devuelve la salud.» Esto se llama el Pacto de Sanidad Divina en el Antiguo Testamento, se basa en la confianza en las promesas de Dios, en la fe, en la obediencia. 

  1. La oración de revelación.

El hecho de ser cristianos no significa que lo sabes todo, Dios ha guardado misterios desde la eternidad y se los revela a sus hijos, pero se requiere una fe ciega en Dios para obtener su conocimiento. Dios se dio a conocer por medio de Cristo, pero Dios quiere que le conozcas mejor. Los teólogos dicen: Dios es conocible, pero incomprensible; significa que tienes la posibilidad de conocer parte de la verdad de Dios, pero tu mente no te da la capacidad para conocerlo de todo y comprenderlo absolutamente. En el poder de la fe, es posible conocer cada vez mejor de Dios, así lo dice el autor de Efesios 1:15–17 Por eso yo, por mi parte, desde que me enteré de la fe que tienen en el Señor Jesús y del amor que demuestran por todos los santos, no he dejado de dar gracias por ustedes al recordarlos en mis oraciones. Pido que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre glorioso, les dé el Espíritu de sabiduría y de revelación, para que lo conozcan mejor.

Ora con confianza pidiendo «revelación». Puesto que esta palabra se usa mal en algunos sectores de la iglesia, podrías luchar con esta idea. Pero la enseñanza de este texto es el modelo adecuado para todos los creyentes respecto de la oración que se eleva en el poder de la fe.

El autor dice en este pasaje que ora para que los destinatarios de su carta reciban “espíritu de sabiduría y de revelación”, con el propósito y el poder de Dios en sus vidas. Tal “revelación” es como un descorrer del velo del corazón, a fin de que podamos recibir el entendimiento profundo de la manera en que la Palabra de Dios intenta obrar en nuestras vidas. Esta se puede aplicar a la enseñanza o a la predicación especialmente ungida para ayudar a las personas a ver la gloria de Cristo y la manifestación de su propósito y poder en sus vidas.

La palabra “revelación” se emplea de dos maneras en la Biblia. A las Sagradas Escrituras se las llama la “Palabra revelada de Dios”. La Biblia declara que la “Ley” de Dios (Deuteronomio 29:29) y los “profetas” (Amós 3:7) son el resultado de la revelación divina, lo cual describe a todo el Antiguo Testamento “revelado”. En el Nuevo Testamento, esta palabra también se aplica a las Escrituras” (Romanos 16:25; Efesios 3:3; Apocalipsis 1:1), las cuales llegaron a formar parte del canon completo de la Biblia.

La sabiduría y el entendimiento, al igual que un hablar sano y práctico, recomiendan que el creyente de hoy conozca y exprese con claridad lo que quiere decir cuando habla de “revelaciones”. El Espíritu Santo, a decir verdad, nos da revelación, así como este texto lo enseña. Pero esta intuición profética nunca se debe considerar igual a la recepción real de las Santas Escrituras. Tan útil como pueda ser para la Palabra de Dios, el propósito de toda la revelación de la Santa Palabra es el único fundamento seguro para la edificación de nuestras vidas» (Mateo 7:24–29).


Fuente: Pastor Alberto Arenas Mondragón

10. LA PROSPERIDAD ESPIRITUAL

¿Puedes ver la conexión entre las condiciones de la prosperidad y la fe? Para entenderlo es necesario que primero sepas lo que queremos hablar de la prosperidad. En la actualidad existe una doctrina antibíblica llamada “Teología de la Prosperidad”, donde la fe justifica los medios económicos, si tú eres verdadero cristiano, luego entonces, debes ser próspero económicamente, porque eres hijo del gran Rey, y sus hijos no están en la miseria, él da en abundancia si lo crees, si lo declaras.

Pareciera que la condición de tu fe es el dinero, la ausencia del mundo material es la falta de fe. Si la condición para la fe eficaz fuera la prosperidad materia, porque hay muchos ejemplos de personas que nos enseñan la grandeza de la fe desde su pobreza como la viejita que dio como ofrenda la única moneda que tenía en sus manos, o la mujer que gastó todo su poco dinero en un frasco de fragancia para ungir a Jesús. También en el A. T. un grupo de gente sin dinero, sin tierra, pobre, enferma, cansada es llamada para entrar a la tierra prometida por Dios, así lo atestiguan Josué y Caleb, los que entraron a la tierra a observar las condiciones.

¿Tiene lógica para ti el hecho de que ninguna de estas condiciones es posible sin fe? ¿Sin fe, podría Josué hablar la Palabra del Señor al enfrentarse con todos los obstáculos que tendría al guiar a Israel a la Tierra Prometida? ¿No se necesita una fe viva para llenar la mente de la Palabra de Dios, en vez de dejar que se llene de los desafíos de la conquista? Por eso Dios dijo a Josué muchas veces: «Sé valiente, no temas ni desmayes» (Josué 1:6-9).

¡Qué importante es el poder de la fe cuando intentamos obedecer la voz de Dios! ¡Trata de dar siete vueltas alrededor del muro de Jericó sin fe! Sin fe intenta cruzar el Jordán pidiéndoles a los sacerdotes que entren en las aguas. Lee estas historias en los primeros capítulos de libro de Josué, y estarás de acuerdo en que fue la fe de Josué, fue estimulada por la promesa divina de «gran prosperidad» la que le dio el triunfo. ¿Cómo sucedió? Mediante la alimentación, la meditación y la comunicación constante de la verdad de la Palabra de Dios.

La fe en estas expresiones de diálogo, pensamiento y acción, centrada en la Palabra de Dios, se vuelve el fundamento de la prosperidad dada por Dios. Quiero definir la palabra «prosperidad»: Alcanzar una meta deseada. El concepto se enfoca menos en la abundancia material y más en las aventuras prósperas en el ámbito espiritual. La prosperidad de Dios es la provisión divina que posibilita el avance real en el camino asignado o en la tarea que debe realizarse de acuerdo a su voluntad, y esto no tiene que ver con dinero.

Repasaremos en este tema lo que realmente enseña la Biblia sobre la prosperidad. Algunas promesas de bendición se manifiestan ampliamente en la Biblia cuando tu te comprometes con Dios. Otras promesas son muy precisas, con parámetros bien definidos cuando te consagras a servirle. Pero sobre todo, descubrirás que las condiciones para la bendición y la prosperidad casi siempre nos llevan por el sendero de las relaciones. En otras palabras, aunque comprendas principios ricos de la prosperidad, notarás que Dios no está interesado en enriquecer a alguien por el simple hecho del enriquecimiento.

Para asegurar una perspectiva sana del tema del pode de la fe y la prosperidad, que tan a menudo se distorsiona, establezcamos tres aspectos de prosperidad espiritual.

  1. La prosperidad espiritual se vincula siempre con el propósito de Dios.

Dios pretende que seamos instrumentos de recursos porque es parte de sus propósitos. Nos llena de riqueza espiritual cuando estamos en sus propósitos, cuando entramos en la dinámica de responder a su llamado. El estar lejos de Dios significa pobreza espiritual, vacía, agonía, confusión, incertidumbre. Pero Dios lo llena todo en todo, llena de su Espíritu para que seamos prósperos. Filipenses 4:19 «Por eso, de sus riquezas maravillosas mi Dios les dará, por medio de Jesucristo, todo lo que les haga falta». La conexión entre las ofrendas responsables de los filipenses y el propósito de la bendición de Dios es clara, cuando leemos esta promesa en su contexto. Le dieron a Pablo, y luego Dios les dio la recompensa. Pero los recompensó para que pudieran seguir siendo una fuente de recursos para el programa del reino de Dios en todos los aspectos no sólo en lo material, en estos términos de los Filipenses con Pablo, Dios usó el recurso material para bendecir una vida que vivía bajo la amenaza de la muerte y desolación, eso seguro levantó el espíritu de Pablo.

  1. La prosperidad espiritual siempre está relacionada con el carácter de Dios.

Siguiendo el testimonio de Pablo, él nunca quiso recibir alguna ayuda económica de ninguna iglesias, él trabaja por su cuenta reparando tiendas de campaña, la única iglesia que le recibió ayuda económica fue la de los Filipenses, cuando él estuvo en una gran necesidad y no tenía la posibilidad de generar sus propios recursos.

Sin embargo, aceptó la ayuda no porque no le queda de otra, o porque estaba acostumbrado a un cierto estilo de vida; ese es el problema en nuestra sociedad, no estamos conforme con lo que tenemos, ni contentos, deseamos más y si pudimos subir de nivel, es muy importante mantenerse ahí y si se puede subir. En sí no es malo el ingreso económico, el problema es verlo como un fin y no un medio. El fin te obliga a buscarlo a toda cuesta, el medio llega en su momento y en la voluntad de Dios y que puedas ser capaz de decir como Pablo dijo: Filipenses 4:11–13 No digo esto porque esté necesitado, pues he aprendido a estar satisfecho en cualquier situación en que me encuentre. Sé lo que es vivir en la pobreza, y lo que es vivir en la abundancia. He aprendido a vivir en todas y cada una de las circunstancias, tanto a quedar saciado como a pasar hambre, a tener de sobra como a sufrir escasez. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.

Casi sin respiro, Pablo transmite la promesa de bendiciones a los que dieron y administra las lecciones de vivir plenamente satisfechos con lo que se tiene. La prosperidad no está prometida como una medicina para tu insatisfacción. La confesión de Pablo es simple: Yo estoy contento en la abundancia y en la escasez. Las posesiones o la prosperidad económica no determinan el nivel de satisfacción, en cambio la prosperidad espiritual sí contribuye o satisface tu necesidad interna. Esta actitud es reflejo del carácter de Dios en tu vida, porque él es el que moldea tus pensamientos por medio de la fe, para que vivas satisfecho con lo que tiene. ¿Es posible estar satisfechos en Dios? Pablo afirma su famosa declaración: «Todo lo puedo en Cristo que me fortalece». A partir e este contexto, se ve claramente que la fortaleza, el poder de la fe, que viene del Señor Jesús, surge de estar satisfecho a pesar de la presencia o ausencia de abundancia.

Dios no quiere que vivas en la miseria, sino que aprenda a ser prosperado desde tu interior, y después de reflejará en tu exterior. 3 Juan 2 « ¡Amado, yo ruego a Dios que en todos respectos prosperes y tengas salud, así como prospera tu alma!». Euodoo viene de las palabras griegas que significan «bueno» y «camino». Por lo tanto denota éxito en alcanzar un objetivo, ya sea en un viaje o en el negocio.

Juan se asegura de que el concepto de prosperidad sea integral. Él enlaza la condición del ser interior con los aspectos externos de la vida. Según su forma de pensar, sería inútil orar para alcanzar una meta si uno no está bien internamente. Alguien dijo lo siguiente: «Deseo que puedas llegar a donde quieres ir en tu exterior mientras en tu interior vayas a donde Dios quiere».

  1. La prosperidad espiritual siempre está subordinada a las promesas de Dios.

El éxito está más relacionado con el programa de Dios que con nuestros deseos. No está mal presentar nuestras peticiones y deseos al Señor. Está mal hacer que los deseos condicionen la relación. Dios quiere bendecirnos, darnos éxito en todas las áreas de nuestra vida. Sin embargo descubriremos que esas bendiciones vendrán confirmadas cuando te comprometes con el propósito de Dios para tu vida.

No existe una condición para que la promesa de Dios se cumpla en tu vida, él da en abundancia aún cuando somos malos, pero a los hijos que hacen la voluntad de su Padre, les sobreabunda desde su interior hasta su exterior, dice Malaquías 3:10 »Traigan íntegro el diezmo para los fondos del templo, y así habrá alimento en mi casa. Pruébenme en esto —dice el Señor Todopoderoso—, y vean si no abro las compuertas del cielo y derramo sobre ustedes bendición hasta que sobreabunde.

La Biblia tiene tanto promesas de prosperidad como advertencias acerca de la prosperidad. ¿Por qué? Porque el Señor conoce los corazones. La humanidad caída y hasta los redimidos del Señor son fácil presa de los patrones de pensamiento acerca de la teología de la prosperidad que se inclinan hacia la codicia y la avaricia. El Señor desea que la prosperidad sea una bendición, no una maldición. Pero la fe se emplea erróneamente cuando la motiva la codicia y cuando la prosperidad se convierte en la condición sobre la cual la fundamentamos. De repente, confiamos en Dios para obtener bienes, en vez de confiar en Él en todo. ¡En ese momento, la prosperidad se convierte en una maldición! Por esa razón, la promesa va seguida de la obediencia a la Palabra de Dios. Josué 1:8 «Que el libro de esa ley no se te caiga de los labios; medítalo día y noche, para poner en práctica todas sus cláusulas; así prosperarán tus empresas y tendrás éxito.»

Aclaración

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