Entender con el Corazón

Se decían el uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las Escrituras? – Lucas 24:32.
Las verdades que Dios nos revela en la Biblia, contrariamente a las ciencias humanas, no se adquieren mediante la inteligencia natural ni por medio de un esfuerzo de reflexión. En Mateo 13:15 encontramos una expresión inusual: «entender con el corazón». Lo que permite al hombre comprender los pensamientos divinos es el corazón, sede de la voluntad, de la conciencia y de los afectos, y no la inteligencia. ¿Por qué? Porque el mensaje central de la Biblia es la revelación del amor y de la justicia de Dios por todos los hombres.
Al leerla aprendemos que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo. Y a pesar de la maldad que tuvo que soportar, Jesucristo fue de lugar en lugar haciendo el bien, revelando a los hombres la bondad, el amor, la gracia, la misericordia, la compasión, respondiendo a las necesidades de todos los que le rodeaban. Además, para salvarnos, “Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:8).
Tal es el infinito amor de Dios para con nosotros. Si nuestros corazones son demasiado duros para ser tocados por un mensaje así, la Biblia permanecerá como un libro cerrado para nosotros. Pero si, por el contrario, lo aceptamos, también recibiremos la facultad de comprender el resto de su contenido. Dios nos dará su Espíritu Santo que nos “guiará a toda la verdad” (Juan 16:13) y nos permitirá comprender sus pensamientos. Pero todo pasa primero por el corazón. Hoy todavía nos dice: “Dame, hijo mío, tu corazón” (Proverbios 23:26).

La Superstición

No tienen conocimiento aquellos que erigen el madero de su ídolo, y los que ruegan a un dios que no salva. – Isaías 45:20
Uno de los monumentos más antiguos de Estambul (Turquía) es la iglesia de la Divina Sabiduría o Hagia Sophia, construida en el siglo VI.
Su inmensa bóveda está sostenida por magníficas columnas de piedra; una de ellas es el principal centro de la curiosidad de los turistas. Al llegar allí, el guía se detiene y declara: «Si alguien quiere pedir un deseo, que toque esta columna y su deseo será cumplido». La piedra está tan gastada en esa zona debido a los millones de dedos que la han tocado, que se formó una pequeña cavidad. ¡Cuántos fútiles deseos de turistas y peregrinos! El pobre pide riquezas, el hambriento pan, el ciego la vista… Y la piedra, de generación en generación, proclama la insatisfacción de los hombres y al mismo tiempo denuncia su ignorancia.
Esa es la locura del hombre supersticioso, quien rechaza la verdad y cree la mentira, quien no quiere escuchar la voz del Dios vivo y le pide a una piedra, a una medalla o a cualquier miserable amuleto que lo proteja o lo libere de algo. Los tesalonicenses, a quienes el apóstol escribía, habían abandonado los ídolos y se habían vuelto al Dios vivo y verdadero (1ª Tesalonicenses 1:9).
Amigos creyentes, evitemos cualquier tipo de práctica supersticiosa, pues es una ofensa al verdadero Dios. Confiemos en él con todo nuestro corazón por medio de la oración. Dios nos ama y sabrá darnos todo lo que necesitamos.

Aclaración

Este Blog no tiene fines de lucro, ni propósitos comerciales, el único interés es compartir los gustos y las preferencias de su autor, con personas afines. Julio Carreto. Predicador