Halloween

Para muchos cristianos estadounidenses, Halloween es inocente, inofensivo y divertido, con paseos para pedir dulces, calabazas, y disfraces cuidadosamente elaborados.

Para otros, sin embargo —especialmente para algunos cristianos conservadores y fundamentalistas— Halloween es una celebración del mal y no tiene cabida en la vida de un creyente.

“Nosotros no lo aprobamos o no lo celebramos”, dice Joe Hernández, sacerdote de la Iglesia Worshipwalk en Los Ángeles, que pertenece a la tradición pentecostal conservadora. “La gente está celebrando la fiesta del diablo”.

Se cree que las raíces de Halloween se remontan a hace 1,400 años, a la celebración del Año Nuevo en la Irlanda pagana. El Año Nuevo celta comienza el 1 de noviembre. La gente encendía hogueras y se disfrazaba para evitar a los fantasmas errantes y a los malos espíritus.

Algunos cristianos, como Hernández, creen que las raíces paganas del Halloween pueden abrir la puerta al mal. Es por eso que Worshipwalk está organizando un festival de la cosecha en el estacionamiento de la iglesia, el lunes, con juegos infantiles y pintura facial.

Hernández la llama cosecha de corazones para Dios.

Algunas iglesias conservadoras dan un paso más allá, tratando de destacar esta celebración con casas embrujadas —llamadas casas del infierno— que están diseñadas para dar una idea de la condenación eterna, con la esperanza de fortalecer la fe.

“Existen mentiras de Satanás y existe la redención de Jesús, y hay un mensaje que cambiará tu vida”, dice Keenan Roberts, quien afirma ser el inventor de las casas del infierno, por las que la gente puede caminar o pasar, tal como lo harían en una casa embrujada.

“Está diseñada para tocar a la generación de la visión y el sonido”, dice Roberts. “El mensaje es sagrado, pero el método no lo es”.

Las casas del infierno pueden ser gráficas. En la casa del infierno de Roberts —que comercializa a través de sus Hell Houses Ministries— actores de carne y hueso representan escenas de aborto, violación, suicidio y asesinato, aunque el viaje a través de la casa culmina con escenas de la redención a través de Jesús.

Roberts, sacerdote de la iglesia fundamentalista New Destiny cerca de Denver, Colorado, dice que su ministerio ha recibido muchas críticas de quienes dicen que se trata de “ir demasiado lejos”.

Pero dice que los niños de hoy son tan insensibles que él hará lo que sea necesario para lograr que el mensaje de salvación eche raíces.

Los protestantes tradicionales tienden a adoptar una línea mucho más suave el día de Halloween, y algunas de las iglesias principales adoptan esta fiesta.

“Para mí, Halloween es un momento para divertirse”, dice Wayne Walters, sacerdote de la Primera Iglesia Metodista Unida en Burbank, California. “Recuerdo que cuando era niño, iba a pedir dulces en Halloween. Yo iba por los caramelos”.

“Y en Navidad, pongo galletas y leche para Santa Claus, quien siempre se toma el tiempo para sentarse y disfrutarlas”, continúa. “No creo que nada de eso haya tenido una influencia negativa, ni destruyó o disminuyó mi fe”, dice.

Walters dice que existen muchas tradiciones no religiosas relacionadas con las fiestas cristianas, incluyendo a Santa Claus y el Conejo de Pascua, lo cual no significa que esas celebraciones sean no-cristianas.

Cuatro amenazas para nuestra felicidad

Para tener gozo agradece lo que eres y lo que tienes, cree en las promesas del Señor, aléjate de la comparación y de la

Nuestro Padre desea que seamos felices. Y para lograrlo debemos alejarnos de cuatro actitudes que solo traen tristeza y ansiedad. 

La primera actitud que nos amenaza es la comparación. Alégrate de ser único y valioso. Dios no ha creado a dos seres iguales. ¡Qué bendición! Su creatividad es infinita, pero las personas insistimos en la vana comparación que nos hace pensar que somos inferiores si no logramos tener o alcanzar lo que vemos en otros. No pretendas vivir la vida de alguien más sino la tuya. Aprende a disfrutar quien eres y lo que puede alcanzar. Valorémonos y hagamos a un lado la comparación que nos aleja del gozo que nuestro Señor desea darnos.

La segunda amenaza para nuestra felicidad es la falta de agradecimiento que endurece nuestro corazón. Nos acostumbramos a las bendiciones que diariamente recibimos como la vida, la capacidad de trabajar y la familia, por lo que nos concentramos en lo negativo, lo que no tenemos, lo que nos hace falta. Y actuar de este forma es demostrar que lo malo tiene más poder sobre nosotros que lo bueno. Reaccionamos con más fuerza ante una tragedia que ante una alegría. Si tenemos salud, no nos preocupamos por cuidarla hasta que nos enfermamos, cuando deberíamos agradecerla y hacer lo necesario por mantenerla siempre. Te invito a que redactes un listado de todo lo bueno que Dios te ha regalado y le agradezcas de corazón. Si valoras lo que tienes, vivirás agradecido y serás feliz.

Otra actitud que nos aleja de la felicidad es la incredulidad. Por el contrario, tener fe en las promesas del Señor nos asegura una vida plena, tomados de Su mano. En la Biblia leemos el caso de Ana, madre del profeta Samuel, quien sufría porque no podía tener hijos. Entonces, decidió ir al templo a orar largamente. Estando allí, el sacerdote escuchó el murmullo de su voz y pensó que estaba ebria. Pero ella le aclaró la situación con respeto, a pesar de que pudo ofenderse. 

Y Ana le respondió diciendo: No, señor mío; yo soy una mujer atribulada de espíritu; no he bebido vino ni sidra, sino que he derramado mi alma delante de Jehová. No tengas a tu sierva por una mujer impía; porque por la magnitud de mis congojas y de mi aflicción he hablado hasta ahora. Elí respondió y dijo: Ve en paz, y el Dios de Israel te otorgue la petición que le has hecho. Samuel 1:15-17

Ana tuvo fe, bendijo al sacerdote y obtuvo bendición de vuelta. Desde ese día ya no estuvo triste, aunque todavía no estaba embarazada, salió del templo convencida de que lo estaría, porque había recibido la seguridad de que tendría lo que pedía. Esa debe ser nuestra actitud: llenarnos del gozo que otorga la seguridad de ver lo bueno que vendrá. Dile al Señor: “Creo en Tu Palabra, y Tus promesas me hacen feliz”.

La Palabra nos enseña a hablar del futuro como si ya hubiera sucedido. Por eso, Isaías dijo que fuimos curados por las heridas del Salvador, a pesar de que en ese momento Jesús no había nacido, pero el profeta lo daba por hecho. Eso sucedió con Ana, quien se llenó de gozo, se “embarazó” de la Palabra de Dios, antes de recibir semilla de vida en su vientre. ¡Embaracémonos con las promesas del Señor porque Su Palabra es semilla incorruptible! Proclama que tus hijos sirven al Señor, aunque todavía no estés casado. Para los que creen en Su Palabra, el futuro ya sucedió. ¿Cómo podríamos estar tristes si tenemos Sus promesas de bendición? Debemos creer, tener fe en que Él tiene cuidado de nosotros y la felicidad será consecuencia de esa seguridad. La Palabra que se predica es para ti, tanto como la aceptes. Créele a Dios y no habrá lugar en tu corazón para la tristeza.

La envidia es otra actitud que nos aleja de la felicidad. Cuando te comparas con otros, nace la codicia por lo que no es tuyo, y nadie con esa actitud puede ser feliz. Los chismes, las críticas, los malos deseos son producto de ese sentimiento. La envidia es un mal tan grande que corrompe incluso a los predicadores. Pablo, en la cárcel, escribió sobre la envidia que movía a algunos a predicar porque deseaban tener fama2. 

Algunos, a la verdad, predican a Cristo por envidia y contienda; pero otros de buena voluntad. Filipenses 1:15

Saca la envidia de tu corazón o nunca podrás ser realmente feliz. Para lograrlo, debemos convencernos de que somos únicos y valiosos para nuestro Padre, quien ha dotado a cada uno de dones y talentos. Deja de quejarte, aprende a disfrutar de tu vida, sin anhelar la vida de alguien más.

Entonces, para ser felices debemos alejarnos de la envidia, de la ingratitud, de la comparación y de la incredulidad. Además, debemos aprender a servir y dar honra. Cuando Pablo escribió a Timoteo, le ofreció consejos que podemos tomar como empleados, servidores que reciben bendición a través de jefes y autoridades a quienes debemos honrar, porque son las personas que Dios usa para darnos oportunidad de prosperar. Ser trabajadores fieles y dar horna es tan importante que si no lo hacemos, ¡blasfemamos contra el nombre de Dios!, y alejamos nuestra felicidad. 

Todos los que están bajo el yugo de esclavitud, tengan a sus amos por dignos de todo honor, para que no sea blasfemado el nombre de Dios y la doctrina. Y los que tienen amos creyentes, no los tengan en menos por ser hermanos, sino sírvanles mejor, por cuanto son creyentes y amados los que se benefician de su buen servicio. Esto enseña y exhorta. Si alguno enseña otra cosa, y no se conforma a las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo, y a la doctrina que es conforme a la piedad, está envanecido, nada sabe, y delira acerca de cuestiones y contiendas de palabras, de las cuales nacen envidias, pleitos, blasfemias, malas sospechas, disputas necias de hombres corruptos de entendimiento y privados de la verdad, que toman la piedad como fuente de ganancia; apártate de los tales. Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; Timoteo 6:1-6

Más aún, si tu jefe es un hermano en Cristo, o parte de tu familia, debes servirle mejor y le debes doble honra y respeto. Esta actitud nos garantiza satisfacción. Ofrece bendición en tu lugar de trabajo, lleva luz y paz con tu dedicación en dar siempre la milla extra. Tu buena disposición y alegría le dice al Señor que estás listo para prosperar. La bendición no se detiene si demuestras una buena actitud en la vida.

Pablo también aconseja no afanarnos en conseguir cosas materiales porque al morir, nada nos llevaremos.

Porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores. 1 Timoteo 6:7-10

Busca la felicidad, paz y contentamiento con lo que tienes y puedes lograr con esfuerzo, pero sin angustia. El afán es el comportamiento sin sentido de alguien que no ha comprendido de qué se trata vivir. Demuestra que eres inteligente y que has aprendido a vivir en el Señor. ¡Si somos de Cristo, ni el anticristo debe preocuparnos! No veas lo que no tienes, sino ¡toma lo que tienes y compártelo! Ese es un acto de fe que nos libera del afán. Dale la prioridad a Dios y todo lo demás vendrá, esa es Su promesa y ¡la ha cumplido siempre! Vivir plenamente es una decisión que está en tus manos, no tengas miedo y acepta el reto de ser feliz.

Vanidad o felicidad


Disfrutar del trabajo, del fruto del trabajo y de la familia para quienes trabajamos es felicidad, no vanidad.

Ser felices es una decisión que tomamos, pero muchas veces, nos saboteamos al poner mil excusas para mantener un actitud de frustración, decepción e infelicidad. Por supuesto que todos enfrentamos situaciones difíciles, quizá el abandono de los padres, estrechez económica, la muerte de algún ser querido, pero debemos aprender a sobreponernos y sonreírle a la vida, especialmente si tenemos a Dios en nuestro corazón. ¡No es posible saber que tenemos garantizada la vida eterna gracias al amor de Dios y vivir amargados!

El Señor nos ha mostrado cuatro amenazas para nuestra felicidad: la comparación, la falta de agradecimiento, la incredulidad y la envidia. Además, podemos agregar la vanidad, pero no como la hemos mal interpretado, sino como la Palabra nos enseña. A veces, pensamos que es vanidosa una dama que se preocupa por su aspecto y presentación personal. De ser así, Dios sería el creador de la vanidad, ya que no hay ser viviente mal vestido en la naturaleza. El león se ve elegante con su melena, la jirafa camina con estilo, nuestro Señor creó todo hermoso, por lo que procurar vestirnos bien y arreglarnos, no es vanidad. En la Biblia leemos que vanidad es pasar la vida con dolores, es decir, con molestias y tristezas, y ver el trabajo con incomodidad; por el contrario, alegrarnos con nuestras labores, disfrutarlas y vivir a gusto es conforme la voluntad de Dios. 

Porque todos sus días no son sino dolores, y sus trabajos molestias; aun de noche su corazón no reposa. Esto también es vanidad. No hay cosa mejor para el hombre sino que coma y beba, y que su alma se alegre en su trabajo. También he visto que esto es de la mano de Dios. Eclesiastés 2:23-24

Entonces, es vanidoso quien constantemente se queja de su trabajo, busca excusas para llegar tarde e irse temprano y hace de su existencia un lamento.

La Escritura dice que no hay nada mejor que disfrutar de nuestro trabajo y realmente lo es, porque le dedicamos un buen porcentaje de nuestra vida.

Así, pues, he visto que no hay cosa mejor para el hombre que alegrarse en su trabajo, porque esta es su parte; porque ¿quién lo llevará para que vea lo que ha de ser después de él? Eclesiastés 3:22

Qué terrible pensar que pasamos diez o doce horas del día amargados. ¡Cambia de actitud! Asume tu responsabilidad con ánimo, ya que te dedicas al trabajo que Dios te dio. Si es lo que en este momento puedes hacer,  ¿porqué lo harás triste y decaído? Nuestra fe nos dice que nos alegraremos en el Señor. Quien tiene la vida de Cristo Jesús realmente no puede estar triste. Imagina qué señal le enviamos al cielo si hacemos de mala gana el trabajo que Dios nos ha encomendado. La buena actitud que elevamos al cielo provoca que las bendiciones vengan a nuestra vida. Como el agua que se evapora, sube y vuelve a bajar para hacer que crezca la siembra que cosecharemos. Seguramente encontrarás alguna buena excusa para vivir inconforme, pero esa actitud ¿te ofrece más felicidad que agradecer y esforzarte por hacer bien lo que te corresponde? ¡Claro que no! Entonces, deja de lado la mala actitud y lucha por ser feliz. De lo contrario, harás infelices a quienes te rodean. 

Según la revista Forbes, los diez trabajos más satisfactorios, del décimo al primero son: los ingenieros operativos que encuentran muy divertido manejar “juguetes gigantes” como las excavadoras; los agentes de servicios financieros; los psicólogos, aunque aseguran no resolver todos los conflictos de sus pacientes; los artistas escultores y pintores que sienten un alto grado de satisfacción con sus creaciones; los maestros, sin importar el caos de su aula; los maestros de niños con necesidades especiales, aunque su salario no es muy alto; los autores, aunque el pago de regalías es bajo, pero es positivo ser de influencia; los terapistas físicos que contribuyen con la rehabilitación de muchas personas. El segundo trabajo más satisfactorio es ser bombero y el primero es ser clérigo, eclesiástico, presbítero. De este listado se puede concluir que las personas dedicadas a beneficiar a otros son quienes viven más satisfechos. Así que es posible tener el trabajo más estresante y ser felices con una actitud de servicio y entrega a los demás. No te quejes del trabajo que tienes, ¡disfrútalo!, para no ser vanidoso.

La segunda cosa que debemos disfrutar para ser felices y demostrar que no somos vanidosos es el fruto de nuestro trabajo. 

¿Qué provecho tiene el que trabaja, de aquello en que se afana? Yo he visto el trabajo que Dios ha dado a los hijos de los hombres para que se ocupen en él. Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin. Yo he conocido que no hay para ellos cosa mejor que alegrarse, y hacer bien en su vida; y también que es don de Dios que todo hombre coma y beba, y goce el bien de toda su labor. Eclesiastés 3:9-13

Algunos dirán: “¿Cómo voy a disfrutar del fruto de mi trabajo si no gano mucho dinero?” Pues ¡Con más razón debes disfrutarlo si es poco! Vanidoso es quien trabajo duro y no se toma el tiempo para alegrarse con lo que recibe a cambio de su esfuerzo. Lo poco o mucho que tienes, gózatelo. Dios te provee del trabajo y de las fuerzas, aprovéchalos y ¡goza tus logros!

La tercera cosa que debes aprender a disfrutar para ser feliz es a tu familia.

Goza de la vida con la mujer que amas, todos los días de la vida de tu vanidad que te son dados bajo el sol, todos los días de tu vanidad; porque esta es tu parte en la vida, y en tu trabajo con que te afanes debajo del sol. Eclesiastés 9:9

Seguramente los amas, pero también debes pasar tiempo con ellos. Amo escuchar reír a mi esposa y a mis hijos. Después de Dios, lo más bello es disfrutar a tu familia. Claro que debemos trabajar y esforzarnos, pero no al extremo de olvidarnos de ser felices con nuestra gente querida. Llama a tu esposa para escucharla y decirle que la amas, dedícale tiempo a tus hijos. La Palabra dice que esa también es tu parte.

Dios puede darte todo: riquezas, bienes y honra. Él nos da vida eterna y también la vida terrenal que desea que disfrutemos al saciarnos con todas Sus bendiciones. 

El del hombre a quien Dios da riquezas y bienes y honra, y nada le falta de todo lo que su alma desea; pero Dios no le da facultad de disfrutar de ello, sino que lo disfrutan los extraños. Esto es vanidad, y mal doloroso. Aunque el hombre engendrare cien hijos, y viviere muchos años, y los días de su edad fueren numerosos; si su alma no se sació del bien, y también careció de sepultura, yo digo que un abortivo es mejor que él. Eclesiastés 6:2-3

Entonces, para no ser vanidosos, debemos ser felices y encontrar el gusto en tres cosas: el trabajo, el fruto del trabajo y la familia para la cual trabajamos. Dale gracias al Señor por todo lo que has recibido de Su amor y pídele que te dé el gozo de poder disfrutarlo.

Sanando Relaciones

Perdona y pide perdón. Las ofensas son trampas que nos atrapan y nos impiden avanzar.

Las relaciones entre personas abren puertas a buenas y malas experiencias. Pueden provocar mucha felicidad así como una gran decepción, si confiamos en alguien que nos ofende, a veces sin intención. Dios es el único que nunca falla, pero eso no significa que evitemos relacionarnos con los demás, porque es imposible vivir aislados, encerrados en una burbuja o entre las barreras que podríamos construir para evitar ser lastimados.

No es posible vivir con desconfianza porque como seres humanos e hijos de Dios nos necesitamos. A pesar de ello, somos imperfectos y fallamos, así que ¿cómo confiar en nuestra pareja, en los hijos y compañeros de trabajo? Pues manteniendo una actitud de tolerancia y evitando caer en la trampa del resentimiento que nos hiere y aísla. De hecho, las heridas del corazón son trampas del diablo para provocar división y debilidad en las personas. El enemigo quiere que haya contienda entre nosotros para destruirnos, porque en soledad somos vulnerables, al contrario, acompañados nos fortalecemos, ¡no caigas en su trampa!, busca al Señor para que te ayude a sanar tus heridas y ser feliz junto a tus seres queridos.

Al analizar esta cuestión de las heridas provocadas por las ofensas, Dios me mostró que son trampas engañosas porque tienen dos características que las definen como tales. La primera es que están escondidas, ocultas, para que no se puedan ver y cumplan su objetivo de atrapar al ingenuo que no las nota. Así era como, de niños, nos dedicábamos a atrapar algunos animalitos, ¿recuerdan? Otra característica de las trampas es que tienen carnada, es decir, algo que atrae a la víctima para que quede atrapada. Por supuesto que sentirnos ofendidos no es algo que nos guste, pero las ofensas pueden hacernos sentir que, de alguna forma, tenemos el poder sobre la persona que nos lastimó, porque en nosotros está la decisión de otorgarle el perdón. Así que esa superioridad puede seducirnos. ¡Cuidado con sentirte cómodo con esa sensación de ofendido que manipula!

Lucas 17:1-5 enseña: Dijo Jesús a sus discípulos: Imposible es que no vengan tropiezos; mas !ay de aquel por quien vienen! Mejor le fuera que se le atase al cuello una piedra de molino y se le arrojase al mar, que hacer tropezar a uno de estos pequeñitos. Mirad por vosotros mismos. Si tu hermano pecare contra ti, repréndele; y si se arrepintiere, perdónale. Y si siete veces al día pecare contra ti, y siete veces al día volviere a ti, diciendo: Me arrepiento; perdónale. Dijeron los apóstoles al Señor: Auméntanos la fe.

Entonces, ¿qué debemos hacer para evitar caer en la trampa de sentirnos heridos por las ofensas? La respuesta nos la ofrece Jesús al compartir que debíamos perdonar las veces que fuera necesario. Como esto es realmente difícil, en ese momento los apóstoles le pidieron fe para lograrlo . Por lo tanto, ¡perdonar es cuestión de fe! Es tener la capacidad de confiar, es tener la certeza de lo que no vemos, pero sabemos que sucederá: la resolución del conflicto. A veces, es difícil confiar en las personas cuando nos han decepcionado, pero es necesario hacerlo, no solo porque es un mandato de amor, sino porque nos otorga gracia delante de Dios y trae sanidad a nuestro corazón.

Así como los hijos de Dios debemos producir mucho fruto de bien, paz, gozo y benignidad, las personas ofendidas también producen fruto, pero de enojo, dolor, ira, celos, resentimiento, amargura y odio. ¿Qué fruto quieres producir en tu vida? Al respecto, el Señor me dijo: “Veo a Mis hijos trabajando heridos, ofendidos; los veo levantando paredes entre ellos”. Es como si viviéramos encadenados, arrastrando una trampa como esas que se usan para atrapar ratones. Pero no la vemos, intentamos caminar y eso nos limita. Esa actitud nos desgasta y nos roba la energía. A veces decimos que no caeremos en la trampa, pero nuestro orgullo nos impide ver que ¡ya caímos porque guardamos resentimiento! Libérate, no ignores esa trampa, ¿no ves te lastima, te impide reconstruir la relación con tus hijos o con tu cónyuge?  No es posible vivir así. Es como tratar de amar odiando o de ser feliz enojado. Salir de esa trampa es cuestión de fe y decisión.

Hoy es un día de perdón porque mutuamente nos hemos lastimado. Tú también has fallado y necesitas sanar del dolor que te causa esa herida abierta que te hace cojear y te impide correr hacia la plenitud. Evita que las heridas se conviertan en el centro de tu vida. Cuando estamos lastimados, por muy pequeño que sea el rasguño, nos concentramos en ello para procurar que sane y no se infecte, le dedicamos tiempo y nos olvidamos de otras cosas. Nos volvemos el centro de atención. Cuando estamos enfermos no podemos ni trabajar, así son las heridas del corazón que se vuelven el centro de nuestra vida, por lo que debemos perdonar para sanar.

Algunos incluso buscan alejarse y se amargan, solos, apartados, viven siempre enojados, incluso dicen: “Mejor me cambio de iglesia o busco otra pareja”. Sin embargo, para que las heridas sanen deben exponerse, claro que es desagradable, pero si una herida se mantiene todo el tiempo vendada, no sana, al contrario, cuesta que cicatrice. Es triste vivir así, peor aún si no nos damos cuenta de que caminamos heridos y no logramos explicarnos por qué estamos estancados. Así que la solución es acercarnos a Jesús, quien es el único que puede ayudarnos a sanar, ya que el mayor problema del ofendido es que llega el momento cuando no hay disculpa o acción que lo haga doblegar su orgullo y perdonar. Una persona que se ha acostumbrado a vivir en amargura ya no encuentra forma de sentirse satisfecha con las muestras de arrepentimiento de quienes lo han ofendido y se justifica pensando que la herida es tan profunda que no es posible sanar. Algunos dicen: “¿Crees que con pedir perdón todo se olvida?”, pero no se dan cuenta de que con esa actitud están dándole la victoria al enemigo que se alegra de verlo solo y derrotado. El único que puede liberarse de la trampa de la herida y perdonar, ¡eres tú! Y con la ayuda del Señor, lo lograrás.

Salmo 55:12-14 explica: Porque no me afrentó un enemigo,?Lo cual habría soportado;?Ni se alzó contra mí el que me aborrecía,?Porque me hubiera ocultado de él; Sino tú, hombre, al parecer íntimo mío,?Mi guía, y mi familiar; Que juntos comunicábamos dulcemente los secretos,?Y andábamos en amistad en la casa de Dios.

Por supuesto que las heridas que provocan las ofensas son dolorosas, especialmente porque las causan aquellos que amamos. Si la persona que nos ofendió es un desconocido o alguien que nos importa poco, nada pasaría, ya que un extraño no puede hacernos daño . Entonces, con más razón debemos atrevernos a sanar, porque nos estamos negando la satisfacción de acercarnos a quienes amamos. ¡Pidamos fe para perdonar! No pienses en quiénes deben buscarte para pedirte perdón, piensa en el dolor que has causado, el perdón que has negado y en el que debes pedir a quienes has ofendido con tu orgullo. Cierra tus ojos y busca en tu interior los nombres de las personas con quienes debes reconciliarte, derriba esas barreras que te impiden ser feliz. Si eres cristiano, si reconoces que eres hijo del perdón, porque Dios ha sido misericordioso contigo, ¡ama y perdona, abraza incluso a quien no te quiere abrazar!

Pídele al Espíritu Santo que te ayude a perdonar y a ser perdonado. No escondas tus heridas con la venda del orgullo, no niegues tu dolor, enfréntalo para sanar. La vacuna del perdón mata el rencor. Dile al Señor que nada, ni tus heridas, son más importantes que Él y las personas que ha puesto a tu alrededor para amar. Verás que el milagro de la sanidad para tu corazón vendrá y ¡te convertirás en una nueva persona!

 Por: Pastor José Putzu

La Generosidad

“Pero el generoso pensará generosidades,  y por generosidades será exaltado.” Isaías 32:8

He visto muchas veces en las redes sociales esta declaración; “Si no quieres decepcionarte, no esperes nada de nadie”, la cual puede tener dos lecturas:

1) La total aceptación de que no puede confiarse en el ser humano, una declaración de derrota.
2) Dar sin esperar nada a cambio.

Prefiero la segunda lectura, pero creo necesario abundar sobre el tema, Jesucristo nos enseñó a dar, a dar sin esperar recompensa, el ejemplo de Jesucristo es el dar antes que todo amor, por amor a nosotros fue crucificado, como sacrificio divino para limpiar nuestros pecados.

Cuantas veces le hemos fallado al Señor y sin embargo el sigue confiando en nosotros y llenándonos de su presencia.

“Más bienaventurado es dar que recibir.” Hechos 20:35

Todos podemos dar, sin excepción, nuestro tiempo, nuestro trabajo, nuestros bienes, nuestra compañía, pero especialmente nuestro amor al prójimo, nadie es tan pobre que no pueda dar. Dar es una responsabilidad cristiana, es lo que nos diferencia de aquellos que no han recibido al Señor. Mostremos el camino predicando con el ejemplo. Da y se agradecido cuando recibas.

“Un préstamo al pobre es un préstamo al Señor, y el Señor mismo pagará la deuda.” Proverbios 19:17

Dar por el simple placer de hacerlo, nos acerca al Señor, quien se alegra porque seguimos sus enseñanzas. Dar de buena gana y de buen modo, dar sin esperar recompensa, que la recompensa la tenemos en el Señor.

“No te niegues a hacer el bien a quien es debido, cuando tuvieres poder para hacerlo.” Proverbios 3:27-28

“El que es generoso, prospera; el que da, también recibe.” Proverbios 11:25

Demos de buen grado y con sincero ánimo de apoyar a quien le brindamos nuestra generosidad.

“Den a otros, y Dios les dará a ustedes. Les dará en su bolsa una medida buena, apretada, sacudida y repleta. Con la misma medida con que ustedes den a otros, Dios les devolverá a ustedes.” Lucas 6:38

Todos tenemos algo que dar, no hay uno solo que no pueda hacerlo, el Señor nos llenó de talentos, a uno más a otros menos pero siempre de acuerdo a un plan divino para que los hagamos crecer.

“Sucederá también con el reino de los cielos como con un hombre que, estando a punto de irse a otro país, llamó a sus empleados y les encargó que le cuidaran su dinero. A uno de ellos le entregó cinco mil monedas, a otro dos mil y a otro mil: a cada uno según su capacidad. Entonces se fue de viaje. El empleado que recibió las cinco mil monedas hizo negocio con el dinero y ganó otras cinco mil monedas. Del mismo modo, el que recibió dos mil ganó otras dos mil. Pero el que recibió mil fue y escondió el dinero de su jefe en un hoyo que hizo en la tierra.”

“Mucho tiempo después volvió el jefe de aquellos empleados, y se puso a hacer cuentas con ellos. Primero llegó el que había recibido las cinco mil monedas, y entregó a su jefe otras cinco mil, diciéndole: “Señor, usted me dio cinco mil, y aquí tiene otras cinco mil que gané.” El jefe le dijo: “Muy bien, eres un empleado bueno y fiel; ya que fuiste fiel en lo poco, te pondré a cargo de mucho más. Entra y alégrate conmigo.” Después llegó el empleado que había recibido las dos mil monedas, y dijo: “Señor, usted me dio dos mil, y aquí tiene otras dos mil que gané.” El jefe le dijo: “Muy bien, eres un empleado bueno y fiel; ya que fuiste fiel en lo poco, te pondré a cargo de mucho más. Entra y alégrate conmigo.”

“Pero cuando llegó el empleado que había recibido las mil monedas, le dijo a su jefe: “Señor, yo sabía que usted es un hombre duro, que cosecha donde no sembró y recoge donde no esparció. Por eso tuve miedo, y fui y escondí su dinero en la tierra. Pero aquí tiene lo que es suyo.” El jefe le contestó: “Tú eres un empleado malo y perezoso, pues si sabías que yo cosecho donde no sembré y que recojo donde no esparcí,  deberías haber llevado mi dinero al banco, y yo, al volver, habría recibido mi dinero más los intereses.”  Y dijo a los que estaban allí: “Quítenle las mil monedas, y dénselas al que tiene diez mil. Porque al que tiene, se le dará más, y tendrá de sobra; pero al que no tiene, hasta lo poco que tiene se le quitará. Y a este empleado inútil, échenlo fuera, a la oscuridad. Entonces vendrán el llanto y la desesperación.” Mateo 25: 14-30

¿Qué hacemos con nuestros talentos, lo gastamos sin miramientos, los enterramos o los compartimos para hacerlos crecer?

Debemos ser generosos no por esperar la recompensa del Señor, debemos ser generosos, porque eso no hace bien, nos trae paz, alimenta y fortalece nuestro espíritu cristiano.

“Mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna. No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos.  Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos.” Gálatas 6:8-10

En el nombre de nuestro Señor Jesucristo, amén.

La Generosidad

Pero el generoso pensará generosidades,
y por generosidades será exaltado.
Isaías 32:8
No te niegues a hacer el bien a quien es debido,
cuando tuvieres poder para hacerlo.
No digas a tu prójimo: Anda, y vuelve, y mañana te daré,
  cuando tienes contigo qué darle.
Proverbios 3:27-28
El alma generosa será prosperada;
y el que saciare, él también será saciado.
Proverbios 11:25
A Jehová presta el que da al pobre, y el que bien ha hecho,
se lo volverá a pagar.
Proverbios 19:17
El que cierra su oído al clamor del pobre,
también él clamará, y no será oído.
Proverbios 21:13
El que da al pobre no tendrá pobreza;
mas el que aparta sus ojos tendrá muchas maldiciones.
Proverbios 28:27
El pobre es odioso aun a su amigo;
  Pero muchos son los que aman al rico.
Peca el que menosprecia a su prójimo;
  Mas el que tiene misericordia de los pobres
es bienaventurado.
Proverbios 14:21
Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano
padecer necesidad, y cierra contra él su corazón,
¿cómo mora el amor de Dios en él?
Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua,
sino de hecho y en verdad.
1 Juan 3:17-18
¿No es más bien el ayuno que yo escogí,
desatar las ligaduras de impiedad,
soltar las cargas de opresión, y dejar ir libres a los quebrantados,
y que rompáis todo yugo?
¿No es que partas tu pan con el hambriento,
y a los pobres errantes albergues en casa;
que cuando veas al desnudo, lo cubras,
y no te escondas de tu hermano?
Entonces nacerá tu luz como el alba,
y tu salvación se dejará ver pronto;
e irá tu justicia delante de ti,
y la gloria de Jehová será tu retaguardia.
Isaías 58:6-8
...Si quitares de en medio de ti el yugo,
el dedo amenazador, y el hablar vanidad;
y si dieres tu pan al hambriento, y saciares al alma afligida,
en las tinieblas nacerá tu luz,
y tu oscuridad será como el mediodía.
Jehová te pastoreará siempre, y en las sequías saciará tu alma,
y dará vigor a tus huesos; y serás como huerto de riego,
y como manantial de aguas, cuyas aguas nunca faltan.
Y los tuyos edificarán las ruinas antiguas;
los cimientos de generación y generación levantarás,
y serás llamado reparador de portillos,
restaurador de calzadas para habitar.
Isaías 58:10-11
En todo os he enseñado que, trabajando así,
se debe ayudar a los necesitados,
y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo:
Más bienaventurado es dar que recibir.
Hechos 20:35
La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta:
visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones,
y guardarse sin mancha del mundo.
Santiago 1:27
El que cierra su oído al clamor del pobre,
  también él clamará, y no será oído.
Proverbios 21:13
Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed,
y no me disteis de beber;
fui forastero, y no me recogisteis; estuve desnudo,
y no me cubristeis; enfermo, y en la cárcel, y no me visitasteis.
Entonces también ellos le responderán diciendo:
Señor, ¿cuándo te vimos hambriento,
sediento, forastero, desnudo, enfermo,
o en la cárcel, y no te servimos?
Entonces les responderá diciendo:
De cierto os digo que en cuanto
no lo hicisteis a uno de estos más pequeños,
tampoco a mí lo hicisteis.
E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.
Mateo 25:42-46
Solamente nos pidieron que nos acordásemos de los pobres;
lo cual también procuré con diligencia hacer.
Gálatas 2:10
Pero esto digo: El que siembra escasamente,
también segará escasamente;
y el que siembra generosamente, generosamente también segará.
Cada uno dé como propuso en su corazón:
no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre.
Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia,
a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente,
abundéis para toda buena obra...
2 Corintios 9:6-8
A los ricos de este siglo manda que no sean altivos,
ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas,
sino en el Dios vivo,
que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos.
Que hagan bien, que sean ricos en buenas obras,
dadivosos, generosos;
atesorando para sí buen fundamento para lo por venir,
que echen mano de la vida eterna.
1 Timoteo 6:18
Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida
y rebosando darán en vuestro regazo;
porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir.
Lucas 6:38

Aclaración

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